Sin título,
1971.
Montaje, pintura, objetos, sonidos y materiales diversos,
dimensiones variables;
Sala Universitaria, Santiago.
Carlos Peters Barrera nació en Santiago de Chile, el 31 de octubre de 1947. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile, entre los años 1964 y 1969, donde se especializó en grabado con Eduardo Martínez Bonati. Entre los años 1968 y 1973, fue profesor ayudante de Alberto Steinberg y Rodolfo Opazo. Entre los alños 1979 y 1982 fue becado por la Organización de Estados Americanos, OEA, para realizar estudios en artesanía y artes populares en Guatemala, Colombia y México. Su obra ha sido exhibida en la Bienal de Grabado Latinoamericano, San Juan de Puerto Rico; Bienal de Arte de Coltejer, Medellín; Museo de Arte Contemporáneo, Santiago de Chile; Casa de las Américas, La Habana; Instituto Chileno Francés de Cultura, Santiago de Chile; Museo de Arte Contemporáneo, Ciudad de México y Museo de la Universidad de Antioquía, Medellín. Actualmente, reside en la ciudad de Santiago, Chile.
La exposición realizada por Carlos Peters y María Cristina Matta (entre 1 al 17 de julio de 1971), da cuenta del interés de ambos artistas por el contexto popular y sus iconos. A partir de un trabajo colaborativo, Peters y Matta dan forma a una exposición en la que se mezclan pinturas, objetos y sonidos, lo que da cuenta de un imaginario desbordante, que retrata los gustos y la idiosincrasia de las capas populares de la sociedad chilena. El ingreso a la sala es confrontado por una pieza acústica creada junto al compositor Jaime Soto León. La pieza se apropia de canciones, sonidos de la calle y de los medios de comunicación, los cuales son mezclados aleatoriamente. Como una forma de complementar este ambiente sonoro, se desplegaron en el piso de la sala un conjunto de globos, los cuales generaron una superficie ingrávida que acompañó el transitar de los espectadores.
En este escenario, por una parte, Cristina Matta expone un conjunto de pinturas y objetos que surgen de un imaginario popular, en el que se mezclan bataclanas, periodistas, políticos, militares, profesoras y niños. La apariencia expresiva y en ocasiones monstruosa de estos personajes constata la ironía y el sarcasmo con que Matta aborda su obra. En este sentido, los trabajos expuestos tensionan los límites tradicionales de la práctica pictórica, a través de una volumetría que busca dialogar con el espacio y con la propia presencia del espectador.
Por su parte, Carlos Peters presenta grandes collages y piezas volumétricas que recogen un itinerario visual que retrata la vida santiaguina de principio de la década de los setenta. El cartón y la madera se transforman en los soportes de una obra que se vale de fotografías encontradas, boletos de lotería, propaganda política y afiches callejeros, materiales con los cuales el artista construye una poética que se nutre de la calle y de los recuerdos familiares. Son trabajos que, desde su quehacer gráfico-bidimensional, desbordan su matriz a partir de un cuerpo frágil, que transita del muro al espacio.
La recepción de la exposición por parte de la prensa fue discreta, con notas escritas de carácter informativo, en las que se vislumbra una atención al carácter experimental de la exposición, el cual evidencia un cuestionamiento de las categorías vinculadas tradicionalmente a la pintura y la escultura. Del mismo modo, se deja ver una lectura en torno al rescate de la ciudad y del mundo popular a través de su iconografía. En este punto, es importante mencionar la condición de flâneur de los artistas, quienes -en su deambular- se ven expuestos a estímulos visuales y sonoros, los que recogen como testimonios de su transitar citadino. Son, finalmente, estos estímulos los que Peters y Matta configuran para generar una experiencia sinestésica al interior del espacio de exhibición.